En setiembre de 1999 Porsche presentaba a bombo y platillo su nuevo invento, los frenos cerámicos PCCB ( Porsche Ceramic Composite Brakes). Muchas eran las virtudes anunciadas , por citar algunas, gran duración, ausencia de corrosión, peso reducido, resistencia al fading... , pero también tenían y aun tienen algunas pegas, precio elevado, y sobre todo variaciones de calidad en el complejo sistema de fabricación ya que se trata de embeber en una matriz de resina, carburo de silicio o carborundum. La combinacion del silicio con las fibras de carbono requiere unas condiciones extremas de temperatura y presión, además como la dureza de carborundum es extrema , 9,7 en la escala de Mohs, la rectificación o pulido requiere el empleo de diamantes.
Los primeron equipos que se decidieron a instalar discos cerámicos en competición pronto descubrieron que no eran tan perfectos como se anunciaban. Se detectaron desgastes anormales y en ocasiones daños visibles en la superficie de los discos.
No fue hasta el año 2004 , cuando estuvieron resueltos los estandares de calidad , que Porsche se atrevió a incorporarlos de serie en el Porsche 997 GT3 Cup
En el 2005 se decidió la instalación en los 911 GT3 Cup empleados en las carreras de la Supercopa Porsche-Michelin , donde han pasado la prueba con éxito ya que no desfallecen a causa del "fading".
Porsche afirma que a pesar de su elevado precio se pueden amortizar en base a su duración. Asi mientras los discos de acero delanteros se tienen que cambiar cada 300 Km equivalentes a un fin de semana de competición y los traseros cada dos fines de semana, los discos cerámicos aguantan unos 3.000 km, unas diez veces más.
Sin embargo a pesar de la extrema dureza de los PCCB, como todo material cerámico son más frágiles que los de acero , si los mecánicos no son cuidadosos y los golpean los pueden dañar, para controlar de desgaste no basta con medir el espesor hay que desmontarlos y controlar el peso ello significa un trabajo extra para los equipos.
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